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Daños a terceros.
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Neytiri
littleskyscraper
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Daños a terceros.
- Es lindo este lugar – le sonreí a mi novio David, quién se acababa de sentar frente a mi.
- Lo sé – dijo mientras tomaba mi mano derecha por encima de la mesa – te mereces lo mejor este día – finalizó e hizo señas al mozo.
- Buenas noches – el mozo hizo su entrada – ¿Qué es lo que se servirán? – sonrió.
- Quiero la ensalada cesar con un jugo de naranja, natural – le sonreí y entregue el menú.
- Yo quiero un filete a la plancha con una copa de vino – imitó mi actuar y el mozo desapareció.
- No tenemos nada que celebrar hoy – comenté luego de que el chico que tomaba nuestra orden se marchó.
- Eso es lo que crees – vaciló y yo lo miré expectante – no te diré aún, Mia.
- ¿Cuándo me dirás? – cuestioné
- No lo sé – sonrió triunfante.
Luego de nuestra conversación de cosas triviales, el mozo llego con nuestra cena.
- Y… ¿Me dirás que celebramos? – aventuré.
- ¿Esa no es Marie? – musitó con su vista fija en un punto “x” del lugar.
- No lo es – dije luego de girarme para ver a la chica – Te confundiste – me volví a mi posición inicial para encontrarme a mi novio apoyado en la mesa con una pequeña cajita en su mano derecha.
- Bueno…- balbuceó, se notaba nervioso – sabes que llevamos bastante tiempo juntos y me preguntaba si tú te casarías conmigo – abrió la cajita dejando ver un hermoso anillo con un diamante - ¿Qué dices? – aventuró.
Realmente no amaba a David, pero ese imbécil miedo a verme en unos años más sola me impedía terminar nuestra relación, no lo niego el chico tiene sus atributos es alto, moreno, ojos color café, un cuerpo espectacular… era el delirio de la mayoría de las chicas, pero no el mío… sí, luego de tres años de relación le había tomado mucho cariño, pero no lo amaba, no me temblaban las piernas con una de sus sonrisas, no me sonrojaba cuando nuestras miradas se encontraban, no se me erizaba la piel con su tacto, simplemente lo que sentía por él era amor de amigos, pero el miedo era más fuerte.
- ¡Claro que sí! – exclamé cuando baje de mi nube y me encontré sentada frente a él.
- ¿Sí? ¡Sí! – No lo podía creer, se notaba en shock – Te amo – musitó cuando se puso de pie y tomar mis manos para imitar su actuar.
- También yo – sí, soy sínica, lo sé, pero eso era lo que él esperaba.
- ¡Nos casaremos! – Exclamó y todas las miradas en el restaurante se posaron en nosotros.
- ¿¡¿¡¿QUÉ?!?!? – chilló Megan, mi mejor amiga.
- Lo que has escuchado, Meg – dije tranquila.
- ¡Pero no lo amas, Mia! – exclamó.
- ¡Lo sé mejor que cualquier persona, Megan! Pero le tengo cariño, es una gran persona, me encantaría tener una familia con él, sería un gran padre – sonreí levemente.
- La clave de un matrimonio es el amor, cosa que tú no sientes por él – trato de calmarse.
- No exageres – pedí – Sabemos que es una gran persona, me ama y quizás no lo ame ahora, pero… – me interrumpió.
- No me vengas con el cuento de que lo amarás en un tiempo, porque has tenido tres años para hacerlo y no lo logras – dijo un poco más calmada.
- Sabes que mi miedo a terminar sola es más fuerte, Meg – susurré.
Luego de aquella conversación con Meg no le quedo otra alternativa más que apoyarme, sabia que no daría vuelta atrás.
- Mia, mañana tenemos un almuerzo – me informo David, mientras entraba a mi habitación comiendo una manzana.
- ¿Con quienes? – cuestioné tranquila.
- Con mi familia, el matrimonio es dentro de un mes y quieren conocerte – dio una mordida a su manzana mientras se acomodaba en mi cama.
- Cariño, ya conozco a tu familia – sonreí al recordar el fin de semana que había pasado con la familia de mi prometido.
- No me refería sólo a ellos, Mia – sonrió.
- ¿Entonces a quienes? – pregunté mirando debajo de mi cama.
- A mis tíos, primos y demás personas – bufó y yo sonreí triunfal, había encontrado mi celular.
- ¿Tus tíos? – me senté a su lado.
- Sí, son simpáticos, no te preocupes, no te comerán viva ni nada – carcajeó – ahora, me iré a casa, tengo que descansar – se puso de pie – y hace una maleta para una semana, nos quedaremos allá.
- ¿En donde es el almuerzo? – cuestioné ya que no entendía nada.
- En casa de mis padres – sonrió – adiós, amor – me beso y salió por la puerta de mi habitación – paso por ti a las 8:30 a.m. – gritó desde la puerta de entrada y luego se escuchó un estruendo.
Bufé molesta y abrí mi armario para sacar la maleta y las prendas que llevaría a casa de mis suegros, terminé a eso de las 23:45 p.m., me di una ducha, puse la alarma a las 6:30 a.m. y al momento en que mi cabeza toco la almohada caí en los brazos de Morfeo.
- Buenos días – saludé a las personas que ya se encontraban en casa de mis suegros.
Me quede allí con las tías y primas de David mientras que él se iba a conversar con los hombres de la familia.
- Yo iré – dijo Denise cuando el timbre nos interrumpió – debe ser Joseph – finalizó y se dispuso a abrir la puerta.
Un chico alto, de pelo castaño y ojos color miel en los cuales se podía ver un tono verde apareció junto a Diana, saludo a cada una de las mujeres en la habitación, para luego fijar su vista en mi, pude sentir que mis mejillas tomaban un color carmín y el rió por lo bajo.
- ¡Oh! – Exclamó Sara – ella es Mia, la prometida de David – sonrió – Mia, él es Joseph, mi sobrino e hijo de Denise.
- Encantada de conocerte, Joseph – estiré mi mano.
- Lo mismo digo, Mia – tomo mi mano y beso el dorso de esta, una corriente eléctrica me recorrió.
- ¿Hace cuanto tiempo se conocen? – preguntó Antonia, una de las primas de mi prometido.
- Hace cinco años y llevamos tres años juntos – David tomó mi mano y besó mi mejilla.
El almuerzo transcurrió tranquilo, sin mencionar que la mirada de Joseph me acechó en todo momento, pero sin contar eso, todo estuvo tranquilo.
Por lo que sabía todos se quedarían en la casa, era muy espaciosa y no tendríamos problemas. Al caer la noche todos se fueron a las habitaciones que habían sido asignadas con anterioridad.
El calor que sentía era algo totalmente molesto, por lo que me vi en el trabajo de tener que bajar a la cocina por un vaso de agua.
- Buenas noches, Mia – sonrió Joseph el cual se encontraba tomando un vaso de jugo
- Buenas noches – pase por su lado y busqué el mueble en donde guardaban los platos.
- Así que… no amas a mi primo – sonrió de costado.
- ¿Tú que sabes? – lo miré con escepticismo – no es algo que te importe.
- Sólo decía, pero… por tu reacción se ve que es verdad – sonrió.
- Claro que lo amo – fui cínica – sólo… – encontré el mueble con los vasos – no me gusta demostrar los sentimientos en publico – terminé con mi trabajo de servir mi agua.
- ¿Te tengo que creer? – cuestionó riendo.
- Es la verdad – musité tranquila.
- ¡Cualquier persona que no sea tarada se daría cuenta de eso! – exclamó.
- ¿Tú crees? – sonreí desafiante.
- Estoy seguro – me sonrió cínico.
- ¿Y por qué el resto de tu familia no lo ha notado? – cuestioné tranquila.
- Ya te dije, “cualquier persona que no sea tarada se daría cuenta” – hizo comillas con sus dedos.
- ¡oh! Entiendo, entiendo – negué riendo – ¿estas diciendo que en tu familia son tarados? –reí
- La gran mayoría de mi familia es tarada – sonrió.
- Buenas noches – reí y me puse de pie para encaminarme a la habitación.
- ¡Espera! – se puso de pie y caminó hasta mi – buenas noches – beso la comisura de mis labios.
- Buenas noches – balbuceé y me apresuré a salir de ese lugar, sólo lo escuche reír.
La luz que se colaba por las cortinas me hizo despertar, miré la hora y eran las 10:35 a.m., me levante con pesar para ir a darme una ducha.
- Buenos días, amor – escuché que dijo mi prometido cuando cruce la puerta de la cocina.
- Buenos días – besé sus labios levemente y sonreí.
- ¿Cómo dormiste, Mia? – cuestionó Joseph con una sonrisa socarrona.
- Muy bien, mi cama es muy cómoda – sonreí cínica.
- ¡Que suerte! La mía es muy incómoda – comentó.
- No te preocupes – dijo Sara – hoy se irán tus tíos, tendremos más habitaciones – sonrió.
El desayuno paso entre risas y conversaciones sin sentido, la mayoría de las personas que se encontraban en casa y querían disfrutar las horas que les quedaban con el resto de sus seres queridos.
- ¿Qué harás hoy en la noche? – preguntó Joseph, cuando ya nos encontrábamos solos en la cocina.
- No lo sé, David aún no tiene planes, creo – respondí.
- Y… ¿Te gustaría salir conmigo? – sonrió.
- No creo que a David le guste la idea, Joe – lo miré y me sonrojé al encontrarme con su mirada.
- No tiene porque saber – se apresuró a decir.
- ¿Qué quieres decir con eso? – pregunté intrigada.
- No le digas que saldrás conmigo, sólo… dile que quieres salir a caminar, para pensar – sonrió y creí desfallecer.
- Pensaré en alguna excusa mejor – me puse de pie y salí al patio trasero en donde todos se encontraban.
El día paso rápido, al caer la noche ya quedaban pocas personas en casa.
- Quiero salir, amor – comenté mientras me sentaba junto a David.
- ¿A dónde quieres ir? – sonrió.
- No lo sé, quiero salir a caminar, pensar – sonreí.
- Pues… vamos – se puso de pie.
- Amor, no me entendiste bien… – sonreí de costado y me miro sin comprender – quiero salir a caminar, yo, sola – le informé.
- ¡oh! – Se acomodo nuevamente en su cama – pues, ve – sonrió y beso mi mejilla – cualquier cosa, ya sabes, me llamas a mi celular – volvió a sonreír.
Salí de casa y caminé unas calles para encontrarme con el automóvil de Joseph.
- ¿A dónde iremos? – pregunté abrochando el cinturón de seguridad.
- Es sorpresa – sonrió.
- Sólo espero que no sea un restaurante o algo parecido, mi vestimenta no es la adecuada – hice una mueca.
- Créeme que es adecuada – me inspecciono con su mirada.
Puso el automóvil en marcha, mientras que yo sólo miraba por la ventana. Se detuvo y estábamos en la playa, sin darme cuenta ya se encontraba junto a mí con la puerta del copiloto abierta. Caminamos hasta la arena y nos sentamos lo suficientemente lejos para que la marea no llegara.
- ¿Ves que tu vestimenta es adecuada? – sonrió.
- Eso creo – le sonreí.
Estuvimos hablando de cosas triviales y riendo de anécdotas que me contaba.
- ¿Tienes frío? – cuestionó.
- La verdad… un poco, pero no te preocupes – respondí.
- No, toma – me entrego su chaqueta – no quiero que te resfríes – sonrió
- Gracias – musité.
- ¿Sabes? – Sin esperar respuesta de mi parte continuó – me gustas, sí, sé que es tonto, tomando en cuenta de que te casarás con mi primo y que nos conocemos hace dos días – suspiró.
- No sé que decir – chisté – a mi también me gustas, pero… me casaré con tu primo dentro de unas semanas – logré musitar.
- Lo sé, estoy consiente de eso – tomo mi rostro entre sus manos – pero tenía que decírtelo – musito cerca de mis labios.
- Todo sería mejor si te hubiera conocido antes que a David – susurré.
- Te entiendo – el espacio que separaba nuestros labios cada vez era menor - Me encantas – susurró antes de capturar mi labio inferior, era un beso lento, llevándose todo con el y dejándome lo mejor de él.
- Espera – me separé levemente de él – esto esta mal – balbuceé.
- Sé que esta mal, pero necesitaba hacerlo – su vista se fijo en sus manos.
Luego de eso decidimos volver a casa, ya veríamos que le inventariamos a David.
- Amor – sonrió mi prometido cuando me vio entrar a casa.
- Hola – salude y él se acerco para besarme.
- Hola, primo – interrumpió Joseph.
- Hola – respondió con cara de pocos amigos.
Luego de esa incomoda situación me dirigí a mi habitación y a los minutos alguien entro.
- David, quiero dormir – dije mientras terminaba de ordenar mi ropa.
- No soy David – me giré de inmediato para ver al dueño de esa voz.
- ¿Qué haces aquí? – cuestioné enseguida.
- Quería desearte buenas noches – sonrió angelical.
- Pues ya lo hiciste, ahora vete, alguien podría venir y verte aquí – susurré.
- No lo creo, le puse seguro a la puerta, nadie podrá entrar – dicho esto me tomo de la cintura y me acerco a él – ahora, dime que no te gusta la idea de estar aquí conmigo – dijo mientras besaba mi cuello.
¿Qué podía hacer? El chico me tenía delirando, sus besos eran mi perdición. Me recostó en la cama y se hizo un espació entre mis piernas, sus besos subieron hasta mis labios, me tenía rogando por más, como pude logré sacar su camisa del camino mientras que sus manos subían y bajaban por mi cintura, de un momento a otro mi blusa ya formaba parte del decorado de la habitación, las manos de Joseph daban caricias por todo mi vientre, mientras que las mías se entretenían en el broche de su pantalón… ¿En qué momento mis neuronas habían dejado todo en mano de las irresponsables hormonas? Su pantalón desapareció de escena llevándose consigo el mío, y ahí me encontraba yo, en una situación sumamente placentera.
- Buenos días – susurró apenas abrí mis ojos.
- Buenos días – respondí con una sonrisa.
Nos quedamos así por unos minutos que, para mí, parecieron una eternidad, su acompasada respiración me relajaba al igual que las caricias que le proporcionaba a mi cabello.
- Mia, amor – interrumpió mi prometido.
- Un segundo – pedí mientras me ponía mi pijama con una rapidez inhumana – escóndete en el baño – susurré antes de abrir la puerta.
- Buenos días – saludó con una sonrisa pintada en el rostro – no sé si es mi idea, pero hoy amaneciste más hermosa que nunca – beso mis labios.
- Gracias – ¿Qué diría si supiera la razón? Negué levemente para quitar esos pensamientos de mi cabeza – y… ¿A que venías? – traté de sonar lo más dulce posible.
- ¡Oh!, venía a despertarte – acarició mi mejilla – el desayuno esta listo, sólo faltas tú y Joseph
- Ok, bajo en unos minutos – sonreí y él se marcho de mi habitación.
Los días pasaban rápido y Joe todas las noches hacía sus visitas clandestinas a mi habitación para… conversar.
La semana había llegado, el día viernes sería “el gran día”, aunque eso no me alegraba tanto. Joseph me llamaba todos los días para preguntar como iba lo de la boda con David, sabía porque lo hacía quería que me sintiera culpable y que cancelara todo, pero no daría vuelta atrás o eso creo.
- ¿Estás segura, Mia? – cuestiono Megan apareciendo a mis espaldas.
- Si, lo estoy, o eso creo – hice una mueca mientras me miraba al espejo.
- Esta bien –suspiro – te dejaré sola, vuelvo en unos minutos.
- Okay – me giré un poco y ella desapareció del lugar.
Preguntaba mi conciencia mientras yo seguía mirando el resultado de varias horas en el salón de belleza, le respondí a la voz que molestaba en mi cabeza.
- ¡Mia! – exclamo alguien que entraba en la habitación.
- ¿Qué sucede ahora? –Me giré asqueada para luego quedar totalmente petrificada – ¿Qué haces aquí? –murmuré fijando mi vista en sus ojos.
- ¡No te cases con David! – Ignoró mi pregunta – Por favor – tomo mi rostro entre sus manos – te lo ruego – susurró finalmente.
- ¿Por qué no? – di un paso hacia atrás.
- Porque te amo – se acerco nuevamente y pude notar como las lágrimas bañaban sus mejillas – Te amo – susurro tomando mis manos.
- Yo… yo… no sé que decir –baje mi vista hasta mis pies.
- Sólo di que nos iremos de aquí ahora, que no te caras con él, que me amas – susurro entrelazando nuestras manos y juntando nuestras frentes.
- ¡Si, te amo! ¡Si pudiera me escaparía contigo ahora!, pero no puedo – lo último fue un susurro casi inaudible – no quiero dañar a terceros.
- Mia – acaricio mi mejilla – lo estarías dañando más casándote con él, te estas dañando a ti misma.
- No lo hagas tan difícil, Joe –musite y me giré para volver a mi posición anterior frente al espejo.
- Por favor, aún te queda una hora, Mia – se posiciono junto a mi y besó mi mejilla para luego marcharse.
Y ahí quede yo, luchando con lo que decía mi cabeza y con lo que decía mi corazón. Como pude, me escabullí por los pasillos de aquel lugar, no... No lo podía hacer, no me podía aferrar por siempre a alguien a quien no amaba.
- Estoy en el parque –musité
- Voy para allá – respondieron desde el otro lado de mi celular.
- Te espero – dicho esto corte la comunicación.
Todas las personas que pasaban por allí posaban sus miradas en mi, ¿Quién no lo haría? Ver a una chica con vestido de novia y llorando en un parque no era algo que se viera todos los días. Los minutos pasaban y yo cada vez me impacientaba más, quizás no vendría.
- Aquí estoy – susurraron atrás de mí.
- Creí que no vendrías –me lance a sus brazos.
- ¿Y perder la oportunidad de estar con la persona que amo? –Me sonrió – Jamás –beso mis labios.
- Te amo, Joseph –musité mientras lo abrazaba.
- Y dime, Mia – sonrió – ¿Te gustaría ser sólo mía? –reímos a coro.
- Sólo tuya –besé sus labios levemente.
Sabía que tal acto podría herir de sobremanera a David, pero estaba enamorada y no podía hacer nada al respecto… no podía hacer lo la razón decía siendo que lo que mi corazón sentía era mucho más grande. Le habíamos hecho daños a terceros al enamorarnos, pero no me sentía culpable, sabía que David lo superaría.
Fin ♥
- Lo sé – dijo mientras tomaba mi mano derecha por encima de la mesa – te mereces lo mejor este día – finalizó e hizo señas al mozo.
- Buenas noches – el mozo hizo su entrada – ¿Qué es lo que se servirán? – sonrió.
- Quiero la ensalada cesar con un jugo de naranja, natural – le sonreí y entregue el menú.
- Yo quiero un filete a la plancha con una copa de vino – imitó mi actuar y el mozo desapareció.
- No tenemos nada que celebrar hoy – comenté luego de que el chico que tomaba nuestra orden se marchó.
- Eso es lo que crees – vaciló y yo lo miré expectante – no te diré aún, Mia.
- ¿Cuándo me dirás? – cuestioné
- No lo sé – sonrió triunfante.
Luego de nuestra conversación de cosas triviales, el mozo llego con nuestra cena.
- Y… ¿Me dirás que celebramos? – aventuré.
- ¿Esa no es Marie? – musitó con su vista fija en un punto “x” del lugar.
- No lo es – dije luego de girarme para ver a la chica – Te confundiste – me volví a mi posición inicial para encontrarme a mi novio apoyado en la mesa con una pequeña cajita en su mano derecha.
- Bueno…- balbuceó, se notaba nervioso – sabes que llevamos bastante tiempo juntos y me preguntaba si tú te casarías conmigo – abrió la cajita dejando ver un hermoso anillo con un diamante - ¿Qué dices? – aventuró.
Realmente no amaba a David, pero ese imbécil miedo a verme en unos años más sola me impedía terminar nuestra relación, no lo niego el chico tiene sus atributos es alto, moreno, ojos color café, un cuerpo espectacular… era el delirio de la mayoría de las chicas, pero no el mío… sí, luego de tres años de relación le había tomado mucho cariño, pero no lo amaba, no me temblaban las piernas con una de sus sonrisas, no me sonrojaba cuando nuestras miradas se encontraban, no se me erizaba la piel con su tacto, simplemente lo que sentía por él era amor de amigos, pero el miedo era más fuerte.
- ¡Claro que sí! – exclamé cuando baje de mi nube y me encontré sentada frente a él.
- ¿Sí? ¡Sí! – No lo podía creer, se notaba en shock – Te amo – musitó cuando se puso de pie y tomar mis manos para imitar su actuar.
- También yo – sí, soy sínica, lo sé, pero eso era lo que él esperaba.
- ¡Nos casaremos! – Exclamó y todas las miradas en el restaurante se posaron en nosotros.
- ¿¡¿¡¿QUÉ?!?!? – chilló Megan, mi mejor amiga.
- Lo que has escuchado, Meg – dije tranquila.
- ¡Pero no lo amas, Mia! – exclamó.
- ¡Lo sé mejor que cualquier persona, Megan! Pero le tengo cariño, es una gran persona, me encantaría tener una familia con él, sería un gran padre – sonreí levemente.
- La clave de un matrimonio es el amor, cosa que tú no sientes por él – trato de calmarse.
- No exageres – pedí – Sabemos que es una gran persona, me ama y quizás no lo ame ahora, pero… – me interrumpió.
- No me vengas con el cuento de que lo amarás en un tiempo, porque has tenido tres años para hacerlo y no lo logras – dijo un poco más calmada.
- Sabes que mi miedo a terminar sola es más fuerte, Meg – susurré.
Luego de aquella conversación con Meg no le quedo otra alternativa más que apoyarme, sabia que no daría vuelta atrás.
- Mia, mañana tenemos un almuerzo – me informo David, mientras entraba a mi habitación comiendo una manzana.
- ¿Con quienes? – cuestioné tranquila.
- Con mi familia, el matrimonio es dentro de un mes y quieren conocerte – dio una mordida a su manzana mientras se acomodaba en mi cama.
- Cariño, ya conozco a tu familia – sonreí al recordar el fin de semana que había pasado con la familia de mi prometido.
- No me refería sólo a ellos, Mia – sonrió.
- ¿Entonces a quienes? – pregunté mirando debajo de mi cama.
- A mis tíos, primos y demás personas – bufó y yo sonreí triunfal, había encontrado mi celular.
- ¿Tus tíos? – me senté a su lado.
- Sí, son simpáticos, no te preocupes, no te comerán viva ni nada – carcajeó – ahora, me iré a casa, tengo que descansar – se puso de pie – y hace una maleta para una semana, nos quedaremos allá.
- ¿En donde es el almuerzo? – cuestioné ya que no entendía nada.
- En casa de mis padres – sonrió – adiós, amor – me beso y salió por la puerta de mi habitación – paso por ti a las 8:30 a.m. – gritó desde la puerta de entrada y luego se escuchó un estruendo.
Bufé molesta y abrí mi armario para sacar la maleta y las prendas que llevaría a casa de mis suegros, terminé a eso de las 23:45 p.m., me di una ducha, puse la alarma a las 6:30 a.m. y al momento en que mi cabeza toco la almohada caí en los brazos de Morfeo.
- Buenos días – saludé a las personas que ya se encontraban en casa de mis suegros.
Me quede allí con las tías y primas de David mientras que él se iba a conversar con los hombres de la familia.
- Yo iré – dijo Denise cuando el timbre nos interrumpió – debe ser Joseph – finalizó y se dispuso a abrir la puerta.
Un chico alto, de pelo castaño y ojos color miel en los cuales se podía ver un tono verde apareció junto a Diana, saludo a cada una de las mujeres en la habitación, para luego fijar su vista en mi, pude sentir que mis mejillas tomaban un color carmín y el rió por lo bajo.
- ¡Oh! – Exclamó Sara – ella es Mia, la prometida de David – sonrió – Mia, él es Joseph, mi sobrino e hijo de Denise.
- Encantada de conocerte, Joseph – estiré mi mano.
- Lo mismo digo, Mia – tomo mi mano y beso el dorso de esta, una corriente eléctrica me recorrió.
- ¿Hace cuanto tiempo se conocen? – preguntó Antonia, una de las primas de mi prometido.
- Hace cinco años y llevamos tres años juntos – David tomó mi mano y besó mi mejilla.
El almuerzo transcurrió tranquilo, sin mencionar que la mirada de Joseph me acechó en todo momento, pero sin contar eso, todo estuvo tranquilo.
Por lo que sabía todos se quedarían en la casa, era muy espaciosa y no tendríamos problemas. Al caer la noche todos se fueron a las habitaciones que habían sido asignadas con anterioridad.
El calor que sentía era algo totalmente molesto, por lo que me vi en el trabajo de tener que bajar a la cocina por un vaso de agua.
- Buenas noches, Mia – sonrió Joseph el cual se encontraba tomando un vaso de jugo
- Buenas noches – pase por su lado y busqué el mueble en donde guardaban los platos.
- Así que… no amas a mi primo – sonrió de costado.
- ¿Tú que sabes? – lo miré con escepticismo – no es algo que te importe.
- Sólo decía, pero… por tu reacción se ve que es verdad – sonrió.
- Claro que lo amo – fui cínica – sólo… – encontré el mueble con los vasos – no me gusta demostrar los sentimientos en publico – terminé con mi trabajo de servir mi agua.
- ¿Te tengo que creer? – cuestionó riendo.
- Es la verdad – musité tranquila.
- ¡Cualquier persona que no sea tarada se daría cuenta de eso! – exclamó.
- ¿Tú crees? – sonreí desafiante.
- Estoy seguro – me sonrió cínico.
- ¿Y por qué el resto de tu familia no lo ha notado? – cuestioné tranquila.
- Ya te dije, “cualquier persona que no sea tarada se daría cuenta” – hizo comillas con sus dedos.
- ¡oh! Entiendo, entiendo – negué riendo – ¿estas diciendo que en tu familia son tarados? –reí
- La gran mayoría de mi familia es tarada – sonrió.
- Buenas noches – reí y me puse de pie para encaminarme a la habitación.
- ¡Espera! – se puso de pie y caminó hasta mi – buenas noches – beso la comisura de mis labios.
- Buenas noches – balbuceé y me apresuré a salir de ese lugar, sólo lo escuche reír.
La luz que se colaba por las cortinas me hizo despertar, miré la hora y eran las 10:35 a.m., me levante con pesar para ir a darme una ducha.
- Buenos días, amor – escuché que dijo mi prometido cuando cruce la puerta de la cocina.
- Buenos días – besé sus labios levemente y sonreí.
- ¿Cómo dormiste, Mia? – cuestionó Joseph con una sonrisa socarrona.
- Muy bien, mi cama es muy cómoda – sonreí cínica.
- ¡Que suerte! La mía es muy incómoda – comentó.
- No te preocupes – dijo Sara – hoy se irán tus tíos, tendremos más habitaciones – sonrió.
El desayuno paso entre risas y conversaciones sin sentido, la mayoría de las personas que se encontraban en casa y querían disfrutar las horas que les quedaban con el resto de sus seres queridos.
- ¿Qué harás hoy en la noche? – preguntó Joseph, cuando ya nos encontrábamos solos en la cocina.
- No lo sé, David aún no tiene planes, creo – respondí.
- Y… ¿Te gustaría salir conmigo? – sonrió.
- No creo que a David le guste la idea, Joe – lo miré y me sonrojé al encontrarme con su mirada.
- No tiene porque saber – se apresuró a decir.
- ¿Qué quieres decir con eso? – pregunté intrigada.
- No le digas que saldrás conmigo, sólo… dile que quieres salir a caminar, para pensar – sonrió y creí desfallecer.
- Pensaré en alguna excusa mejor – me puse de pie y salí al patio trasero en donde todos se encontraban.
El día paso rápido, al caer la noche ya quedaban pocas personas en casa.
- Quiero salir, amor – comenté mientras me sentaba junto a David.
- ¿A dónde quieres ir? – sonrió.
- No lo sé, quiero salir a caminar, pensar – sonreí.
- Pues… vamos – se puso de pie.
- Amor, no me entendiste bien… – sonreí de costado y me miro sin comprender – quiero salir a caminar, yo, sola – le informé.
- ¡oh! – Se acomodo nuevamente en su cama – pues, ve – sonrió y beso mi mejilla – cualquier cosa, ya sabes, me llamas a mi celular – volvió a sonreír.
Salí de casa y caminé unas calles para encontrarme con el automóvil de Joseph.
- ¿A dónde iremos? – pregunté abrochando el cinturón de seguridad.
- Es sorpresa – sonrió.
- Sólo espero que no sea un restaurante o algo parecido, mi vestimenta no es la adecuada – hice una mueca.
- Créeme que es adecuada – me inspecciono con su mirada.
Puso el automóvil en marcha, mientras que yo sólo miraba por la ventana. Se detuvo y estábamos en la playa, sin darme cuenta ya se encontraba junto a mí con la puerta del copiloto abierta. Caminamos hasta la arena y nos sentamos lo suficientemente lejos para que la marea no llegara.
- ¿Ves que tu vestimenta es adecuada? – sonrió.
- Eso creo – le sonreí.
Estuvimos hablando de cosas triviales y riendo de anécdotas que me contaba.
- ¿Tienes frío? – cuestionó.
- La verdad… un poco, pero no te preocupes – respondí.
- No, toma – me entrego su chaqueta – no quiero que te resfríes – sonrió
- Gracias – musité.
- ¿Sabes? – Sin esperar respuesta de mi parte continuó – me gustas, sí, sé que es tonto, tomando en cuenta de que te casarás con mi primo y que nos conocemos hace dos días – suspiró.
- No sé que decir – chisté – a mi también me gustas, pero… me casaré con tu primo dentro de unas semanas – logré musitar.
- Lo sé, estoy consiente de eso – tomo mi rostro entre sus manos – pero tenía que decírtelo – musito cerca de mis labios.
- Todo sería mejor si te hubiera conocido antes que a David – susurré.
- Te entiendo – el espacio que separaba nuestros labios cada vez era menor - Me encantas – susurró antes de capturar mi labio inferior, era un beso lento, llevándose todo con el y dejándome lo mejor de él.
- Espera – me separé levemente de él – esto esta mal – balbuceé.
- Sé que esta mal, pero necesitaba hacerlo – su vista se fijo en sus manos.
Luego de eso decidimos volver a casa, ya veríamos que le inventariamos a David.
- Amor – sonrió mi prometido cuando me vio entrar a casa.
- Hola – salude y él se acerco para besarme.
- Hola, primo – interrumpió Joseph.
- Hola – respondió con cara de pocos amigos.
Luego de esa incomoda situación me dirigí a mi habitación y a los minutos alguien entro.
- David, quiero dormir – dije mientras terminaba de ordenar mi ropa.
- No soy David – me giré de inmediato para ver al dueño de esa voz.
- ¿Qué haces aquí? – cuestioné enseguida.
- Quería desearte buenas noches – sonrió angelical.
- Pues ya lo hiciste, ahora vete, alguien podría venir y verte aquí – susurré.
- No lo creo, le puse seguro a la puerta, nadie podrá entrar – dicho esto me tomo de la cintura y me acerco a él – ahora, dime que no te gusta la idea de estar aquí conmigo – dijo mientras besaba mi cuello.
¿Qué podía hacer? El chico me tenía delirando, sus besos eran mi perdición. Me recostó en la cama y se hizo un espació entre mis piernas, sus besos subieron hasta mis labios, me tenía rogando por más, como pude logré sacar su camisa del camino mientras que sus manos subían y bajaban por mi cintura, de un momento a otro mi blusa ya formaba parte del decorado de la habitación, las manos de Joseph daban caricias por todo mi vientre, mientras que las mías se entretenían en el broche de su pantalón… ¿En qué momento mis neuronas habían dejado todo en mano de las irresponsables hormonas? Su pantalón desapareció de escena llevándose consigo el mío, y ahí me encontraba yo, en una situación sumamente placentera.
- Buenos días – susurró apenas abrí mis ojos.
- Buenos días – respondí con una sonrisa.
Nos quedamos así por unos minutos que, para mí, parecieron una eternidad, su acompasada respiración me relajaba al igual que las caricias que le proporcionaba a mi cabello.
- Mia, amor – interrumpió mi prometido.
- Un segundo – pedí mientras me ponía mi pijama con una rapidez inhumana – escóndete en el baño – susurré antes de abrir la puerta.
- Buenos días – saludó con una sonrisa pintada en el rostro – no sé si es mi idea, pero hoy amaneciste más hermosa que nunca – beso mis labios.
- Gracias – ¿Qué diría si supiera la razón? Negué levemente para quitar esos pensamientos de mi cabeza – y… ¿A que venías? – traté de sonar lo más dulce posible.
- ¡Oh!, venía a despertarte – acarició mi mejilla – el desayuno esta listo, sólo faltas tú y Joseph
- Ok, bajo en unos minutos – sonreí y él se marcho de mi habitación.
Los días pasaban rápido y Joe todas las noches hacía sus visitas clandestinas a mi habitación para… conversar.
La semana había llegado, el día viernes sería “el gran día”, aunque eso no me alegraba tanto. Joseph me llamaba todos los días para preguntar como iba lo de la boda con David, sabía porque lo hacía quería que me sintiera culpable y que cancelara todo, pero no daría vuelta atrás o eso creo.
- ¿Estás segura, Mia? – cuestiono Megan apareciendo a mis espaldas.
- Si, lo estoy, o eso creo – hice una mueca mientras me miraba al espejo.
- Esta bien –suspiro – te dejaré sola, vuelvo en unos minutos.
- Okay – me giré un poco y ella desapareció del lugar.
Preguntaba mi conciencia mientras yo seguía mirando el resultado de varias horas en el salón de belleza, le respondí a la voz que molestaba en mi cabeza.
- ¡Mia! – exclamo alguien que entraba en la habitación.
- ¿Qué sucede ahora? –Me giré asqueada para luego quedar totalmente petrificada – ¿Qué haces aquí? –murmuré fijando mi vista en sus ojos.
- ¡No te cases con David! – Ignoró mi pregunta – Por favor – tomo mi rostro entre sus manos – te lo ruego – susurró finalmente.
- ¿Por qué no? – di un paso hacia atrás.
- Porque te amo – se acerco nuevamente y pude notar como las lágrimas bañaban sus mejillas – Te amo – susurro tomando mis manos.
- Yo… yo… no sé que decir –baje mi vista hasta mis pies.
- Sólo di que nos iremos de aquí ahora, que no te caras con él, que me amas – susurro entrelazando nuestras manos y juntando nuestras frentes.
- ¡Si, te amo! ¡Si pudiera me escaparía contigo ahora!, pero no puedo – lo último fue un susurro casi inaudible – no quiero dañar a terceros.
- Mia – acaricio mi mejilla – lo estarías dañando más casándote con él, te estas dañando a ti misma.
- No lo hagas tan difícil, Joe –musite y me giré para volver a mi posición anterior frente al espejo.
- Por favor, aún te queda una hora, Mia – se posiciono junto a mi y besó mi mejilla para luego marcharse.
Y ahí quede yo, luchando con lo que decía mi cabeza y con lo que decía mi corazón. Como pude, me escabullí por los pasillos de aquel lugar, no... No lo podía hacer, no me podía aferrar por siempre a alguien a quien no amaba.
- Estoy en el parque –musité
- Voy para allá – respondieron desde el otro lado de mi celular.
- Te espero – dicho esto corte la comunicación.
Todas las personas que pasaban por allí posaban sus miradas en mi, ¿Quién no lo haría? Ver a una chica con vestido de novia y llorando en un parque no era algo que se viera todos los días. Los minutos pasaban y yo cada vez me impacientaba más, quizás no vendría.
- Aquí estoy – susurraron atrás de mí.
- Creí que no vendrías –me lance a sus brazos.
- ¿Y perder la oportunidad de estar con la persona que amo? –Me sonrió – Jamás –beso mis labios.
- Te amo, Joseph –musité mientras lo abrazaba.
- Y dime, Mia – sonrió – ¿Te gustaría ser sólo mía? –reímos a coro.
- Sólo tuya –besé sus labios levemente.
Sabía que tal acto podría herir de sobremanera a David, pero estaba enamorada y no podía hacer nada al respecto… no podía hacer lo la razón decía siendo que lo que mi corazón sentía era mucho más grande. Le habíamos hecho daños a terceros al enamorarnos, pero no me sentía culpable, sabía que David lo superaría.
Fin ♥
OOOOOOOOOOO:
Buenisimo !!!! JAJAJA tlj me encanto supermegabuen shoot !
ademàs de qe escribes muy bn (Y) Sigue asi
ademàs de qe escribes muy bn (Y) Sigue asi
Neytiri- Administradora
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Re: Daños a terceros.
AdminLisy escribió:Buenisimo !!!! JAJAJA tlj me encanto supermegabuen shoot !
ademàs de qe escribes muy bn (Y) Sigue asi
Porcierto NEW READER !
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Re: Daños a terceros.
AdminLisy escribió:AdminLisy escribió:Buenisimo !!!! JAJAJA tlj me encanto supermegabuen shoot !
ademàs de qe escribes muy bn (Y) Sigue asi
Porcierto NEW READER EN tu novela no me enseñaste !
Neytiri- Administradora
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Re: Daños a terceros.
AdminLisy escribió:AdminLisy escribió:AdminLisy escribió:Buenisimo !!!! JAJAJA tlj me encanto supermegabuen shoot !
ademàs de qe escribes muy bn (Y) Sigue asi
Porcierto NEW READER EN tu novela no me enseñaste !
GRAAAAAAAAAAAAAAAACIAS, TRATARÉ DE HACERLO LO MEJOR POSIBLE PARA QUE LA SIGAN LEYENDO Y NO ABURRA EN EL CAMINO JAJAJA..
Gracias pro tomarte el tiempo de leer mis escritos, linda (:
Re: Daños a terceros.
lo ame *-* me encanto!!! enserio <3 muy buena c:
onlyexceptionx- Mensajes : 4
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Re: Daños a terceros.
Hooooooolí, Soy Nuevisima en el foro! & amé amé & amé, el Shoot, estubo Genial! Escribis re bien! jahkjhdkj, Soy Fatima, por cierto.
fati de mi sexy horan-♥- Miembro del STAFF
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Re: Daños a terceros.
me encanto, estuvo genial
SDKF- Mensajes : 12
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Re: Daños a terceros.
Me super encanto el shoot! por cierto, soy nueva en el blog y aun estoy aprendiendo a manejarlo jaja.
MustGetOut- Mensajes : 1
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Vie Mar 13, 2015 11:55 am por Sofi_Belieber
» ♥ ♪♫ Somos normales.....o eso es lo que parece ♥ ♪♫ (niall horan y tu)
Lun Feb 23, 2015 8:20 am por Sam_Payne1D5H
» Maybe it's too late
Mar Feb 03, 2015 7:13 pm por ZoeBett
» Capitulo 4
Dom Feb 01, 2015 12:03 am por ZoeBett
» PROTOCOLO.
Lun Dic 29, 2014 5:12 am por Joana Sabbagh
» New girl on the road
Lun Dic 29, 2014 5:11 am por Joana Sabbagh
» Hola, chica Nueva por aqui
Jue Dic 18, 2014 11:42 am por ZoeBett
» ¡Mucho gusto a todos/as las/os miembros del foro!
Lun Oct 06, 2014 10:16 pm por Jiyuu99
» Hola soy nueva
Vie Ago 22, 2014 10:03 pm por Shelley.